Si hubiera habido la posibilidad de elogiar, lo habría hecho. Más que la estructura, lo que es loable es la hospitalidad, la disponibilidad y la gran simpatía de los propietarios, Elisa y Sebastiano, una cualidad no tomada por sentado pero muy apreciada al gestionar tales instalaciones. Además, las manos laboriosas de Elisa preparan desayunos deliciosos y variados cada día para disfrutar en el precioso jardín expertamente cuidado por Sebastiano. Los detalles en la decoración completan todo. Una playa libre muy cercana con la posibilidad de utilizar las sombrillas amablemente proporcionadas por ellos o se puede aprovechar la playa equipada. ¿Qué puedo decir? ¡Volver en el futuro será solo un placer!